Pasé un siglo de mi eterna vida trastornada por un demonio de doble cara,
de caer en bajezas de cualquier tipo y burlas sin cuento.
Todo lo veía a través de su ojo tuerto, pasaba las noches esclavizada afuera de mi mausoleo de turno, cada vez me convencía de lo espectacular que era ese misericordioso tacaño.
No tardé en cometer algunos ilícitos y me hice experta en el robo de marionetas.
Solía presentarme en su laboratorio de lujo muy cerca del matadero, mis amigas, encantadoras damas, no tardaron en dejarme por el suelo, profundamente halagada decidí seguir mis estudios en el manicomio contiguo, en búsqueda de las evolucionadas teorías de enajenación espontánea. Hyde me provocaba seguir mis estudios al pié de la letra, no me permitía distracciones de ningún tipo, lejos de todo, empezó la dosis, ¡el brevaje maravilloso!...Por fín mostraría su lado bueno...
Nunca me han gustado santos, ni pacatos, ni circunspectos, escondí todas su fórmulas del bien ¡por si acaso!
Dos lunas negras pasaron y mi séptimo cuervo ya no me causaba las nauseas correspondientes ¿que hago para el ocio?
¡y ahí estaba! la esencia de la perversidad absoluta en una fórmula concentrada en un frasco que decía ¡bébeme!...
¡traéme el brevaje cuervo de pacotilla!
le dí un sorbo, otro y otro y heme aquí en la actual vorágine...
Nota: No leí las contraindicaciones, nunca leo la letra chica, ahora soy un ángel ¡maldita mi suerte!, toda causa tiene su efecto y este duraría un par de horas, por lo menos.
¿Sabías que mi obra es mejor que Hamlet? escuché al Quijote al decapitar un demonio, cruzaba el mar muerto en una embarcación llena de santos ¡esta es una pesadilla!, ahora resulta que soy virgen...
¡Ven aquí! me dijo.... tenemos que regresar... e hizo una cruz en mi tumba.
Yo estaba exhausta, me encontraba de rodillas...
-Estoy harto de tus excentricidades todo este tiempo, te has hecho pasar por Cleopatra y también por Eva, la sangre se ha puesto pálida, Napoleón demente ¡cómo te atreves!-
Yo reía y él estaba furioso las únicas palabras que pronunciaba eran niña, princesa, ángel, perversa, viceversa...
De modo póstumo revelé ante sus ojos que en mis tiempos libres dejaba a la circunspecta de Eva encerrada en mi catacumba y le daba al encantador de Adán una pecaminosa mordida, bajaba por las escaleras del infierno hasta que el visitador de almas irrumpía "cuidado que traigo sangre fresca" gustosa vertía a mi antojo el sabor del deseo y abría mis piernas como las páginas de mis libros. Mordía su escuálida boca con voracidad y sentimiento dejando arder en llamas la totalidad de mis obras fatídicas, estaba exhausta de arrojar su alma al viento comprendiendo que la muerte tiene mil caras y que con todas había tenido amoríos, experimentaba la historia por mi misma en distintas épocas y en siglos siniestros entendiendo que las heroínas y malvadas de que se tenga conocimiento había sido Yo... Me esforzaba por estar despierta, mis cuervos moribundos observaban horrorizados al ver desvestir mis alas sin antes vendarle los ojos al tal Adan.
Al llegar a la profundidad, veían como le dibujaba alas en ambos extremos en su tan arañada espalda y como con suavidad desmedida le arrancaba una costilla sólo por gusto. –
¡Estoy en el paraíso!- A lo que yo respondía ¡exageras! mis mejillas tibias originaban otros infiernos conocidos y juntos comiamos de la sabrosa manzana, sentía como mis alas estallaban las más plácidas de las literaturas, yo reía...
Veía como los orates escribían letras para mí apretando sus labios, humedeciendo sus plumas, como Cervantes daba origen a Dulcinea y Hamlet a Ofelia . Y en estos días de ausencia abrí las enciclopedias del deseo y cesante por culpa de la manzana ocupé el lugar de Cleopatra... Miré aquel espejo, ella tenía mi rostro que durante algunos segundos su reflejo se adueñó de mi original, aquella figura tan similar a la mía daba perfecta simetría a la seducción de una niña maliciosa, podía adivinar las fantasias capciosas de sus débiles amantes, aniquilarlos por su boca para después arrojar sus almas a las profundidades húmedas. Ella tenía mi cuello y yo a sus dioses perversos, casi llegaba a ser uno de ellos, sin lograr venerarlos del todo sino a sí misma, sus estrategias de mando eran mías, que según Plutarco la armonía en el son de mi voz y su lengua era como instrumento de varias cuerdas que manejaba fácilmente, como bien le convenía, los más delicados matices del lenguaje.. Así éramos las dos, o más bien las tres, según los entendidos personalidad múltiple...
Marco Antonio, Julio César, Adan...¡Diablos! Nunca habíamos sido tan “feliz”....
Un día le comenté que tenía que regresar, que tenía un blog, comentaristas, una reputación que cuidar, ella se puso furiosa, y en mi cesta de frutas puso una cobra maravillosa
-¡Es tu regalo de despedidas y sonrió!- lo que vino después no lo supe exactamente...
Y aquí estoy despertando algo enmarañada en una tumba egipcia...
Ni el más irónico de los cuervos hubiese imaginado en sus ratos de ocio tal extrañas circunstancias... Esto sucedió un día martes antes de que fuéramos siete. Después de arrancarme un ojo sólo por verla mientras dormía y darle mi única moneda a un duende, este me reveló que su novia sufría de ciertos arranques de sexopatía ¡moneda de la suerte! que hizo ver lo que sería mi real desenlace, después de firmar mi contrato con el duende para vigilar a su novia de cierto espantapájaros merodeador las 24 hrs del día sin pan ni agua, fui donde la joven Ligeia para comentarle sobre mi nuevo oficio, y esta feliz por mi éxito alcanzado dibujó una especie de estrella en mi frente, ya que por fin su incipiente cuervo tendría una vida próspera como un gran esclavo y con un salario como para hacer cantar un ciego...
No sólo podía espiar con gran propiedad y detenimiento con mi ojo restante, sino que además suplir con todos los actos amatóricos al pobre duende… Yo sabía algo que él evidentemente ignoraba y era dónde se encontraban ocultas esas ollas con oro que el duende tanto anhelaba para sus alforjas… Pero los negocios son negocios y si revelaba el lugar exacto, mi tan maravilloso trabajo y fortuna se verían truncados, y este acto de honestidad conmovió hasta el pellejo a mi dulce y novata Princesa que de tanto placer descarnado casi termina por arrojar mis huesos, no dejé de admirar por cierto su buen corazón, pues arrancaba de mis plumas con dolor y sentimiento…
Una noche cuando llegé temprano de mi trabajo tan bien remunerado, percibí en el ambiente un hálito extraño, a Piazola puesto en la vitrola y dos copas de vino en nuestra inmaculada catacumba…
“No creo” me dije y ante tales razonamientos de buena crianza dejé que me diera mi correspondiente arañazo, pero como no hay felicidad que dure mil años, noté algo extraño en los tan delicados gestos de mi amada Ligeia, sus colmillos no eran tan afilados y su maldad era menos siniestra ¿qué era “eso” que hacía que mi ama no me diera mis azotes correspondientes?
…“entré en crisis”…
No tardé en darme cuenta que Ligeia sentía un especie de atracción por un apuesto asesino en serie de exitoso prontuario… no pude soportar que fuera víctima por vez primera de cupido. Se pueden imaginar cuando se trata de competir con una eminencia de vasta categoría como lo era el amante de Ligeia experto descuartizador de almas… caí en una simpática depresión. Me dirigí hasta un psiquiatra chiflado, le pedí un consejo y este me recetó un par de pastillas y me recomendó una manipuladora noviecita con amplia experiencia en robo de marionetas…
Ahora somos siete, pero mañana quizás queden sólo seis, Ligeia no perdona que se comente de sus nobles actos, es demasiado sencilla para hablar de su obras de beneficiencia…
Son las doce... Estoy en la morgue, le digo a mis cuervos que le identifiquen, me resigno a que ese cadaver boca abajo sea un ángel, los datos indican que tiene la edad determinada, que tiene las mejillas pálidas, la primera vez que mostraron sus alas lo descarté de inmediato, ahora solo tiene unas iniciales pequeñas NN...
No puede ser... Reconozco una marca en su ala, había llegado en circuntancias irracionales, aún recuerdo cuando se arrancó del psiquiátrico... Siento una gran culpabilidad, ella no quería estar en un laberinto, insistimos en una mejoría circunstancial y eso significaba internarla... aún la recuerdo, era demasiado formal antes de caer en crisis, no tenía esa cuota de irresponsabilidad de los humanos, era muy cuerda... Yo le decía "tienes que ser un poco más loca" su abuela siempre decía que Dios era su padre y que sus ángeles le cuidarían ¡que extrañas las ironías de la vida! morir de esa manera... Las pistas arrojaron que todo fue un accidente, pero no me interesa saber como fue... Alguien habló de suicidio... Estaba completamente indefensa sólo era una niña... A veces pienso en los ángeles que vendrán e imagino que ella viene, que va a estar en las calles observando a los humanos, hablo con un demonio él tiene más datos... Me encuentro con la señora muerte, antigua amiga del ocio y me confirma el acta de defunción bajo siete llaves, yo le arrojo una moneda de barro y ella me arroja una vida de cartón. Salgo corriendo, alguien discute porque alguien no acepta que sea ella. Vuelvo a mi féretro con mi vida de cartón en llamas, el diablo dobla en la esquina y un ángel pide limosma, que sea la última vez que vea sufrir un ángel... Salgo corriendo...
Tengo sentimientos contradictorios, el cuerpo inerte en una cama, veo la parte ósea, reconozco otra cicatriz en su ala derecha, la forma de su cabeza... Me tiembla el estómago, no quiero encontrarme otra vez con la muerte, no quiero que me visite de improviso, me pasé un siglo observando ángeles morir y no quiero reaccionar que este ángel me era conocido, estalla el llanto, la ira me sale de los poros... La última imagen de su rostro fué en el psiquiátrico. Yo iba en mi carroza fúnebre y pasé a despedirme, le llevaba su armadura, santos y una vela... No te arranques, aquí estarás segura, los humanos ironizan con tus alas, y los demonios estan alineados ¡no te arranques! aquí estarás segura...
Siempre creí que los locos giraban solos, ajenos a un mundo lleno de avispas, en cambio la cordura es marea alta...
A la noche siguiente no estaba, sólo una pluma quedó en el piso...
Finalmente la encontré, se terminan las noches de angustia, de vagar por calles, de ir a la morgue viendo a cientos de muertos que no eran el mio, de entrevistar a los mendigos, de poner sus huellas digitales en una caja llena de esperanzas, de ver fantasmas sin rostros, de poner avisos sobre sus alas, hubiese sido mejor detener las pesquisas... Cerrarme el alma... Muchos se niegan a aceptar esta realidad y le han visto vagar por las calles... Sólo me queda decir a aquellos que tienen la suerte de ver a un ángel, abrácenle y díganle que aún espero que regrese de su viaje...
El prodigioso deseo de gobernar las profundidades y lanzarles por medio de la horca al precipicio, eran las extrañas circunstancias de la tiniebla de mis manos...
Te conté una historia poeta, de ángeles que gimen al dolor y otros que aman y no saben qué es ese sentimiento y huyen despavoridos... No cualquiera es un coleccionador de espantapájaros vivos, y más aún posee un teatro de sombras en la intemperie...
Presa de una ligera duda acerca de mi procedencia y del amor incestuoso de Poe
me extrañé al verme con vida aún, pues sabía que me había convertido en una diosa de ébano, me había hecho como en los cuentos de hadas, pero aún faltaban partes...
Mis gárgolas me habrían hecho pedazos de no ser por lo pervertidos que pueden llegar a ser los cuervos, que comunican a las tinieblas que otro muerto es recluído ... ¡ahora me perteneces! ¡espíritu!, ¡rie Caronte al transitar por las aguas!... y que aún bebiendo el intenso veneno derramado en mí y salido de mis labios que hace la muerte más apetitosa, le aniquila fébril y estrangula...
La ingenuidad extrema derivada de mi gran poder le hubo llevado a pensar a los ángeles, en sí había sido mi adversaria una Princesa de los actos Suicidas, más sabía que ya no lo sería jamás...Aunque no estuviese muerta... El amor por Ninómade se había extinguido, a sabiendas de lo trascendente que podía llegar a ser un corazón hecho trizas por unas tijeras, como el suspiro de su mirada a cinco centímetros de la mía, ¡a quien quieres engañar le dije a Ninómade sé perfectamente que no me amas! sé que eres un inhumano capaz de asesinar, no sabes amar, y te escudas en Dios... Vociferaba... no podía abrazarle sin que mis manos le dieran una cortada... mis manos eran garfios...
Como la exquisitez de mi altanería al mandar sobre mis corsarios de la noche siniestra... la luna llena en mis manos, me complacía despertar a Algenib con un beso escuálido... un ataque exquisto y corpóreo ante su presencia y como la belleza la poseo a cada milésima, hacía respirar al mundo la palabra DESEO... tengo un olfato, muy fino como los lobos y sé como son los sentimientos masoquistas... Mi deseo sería quedarme tan sólo un rato a ultimar algunos detalles aunque la velada se demoró en demasía, tanto que al salir de mis encajes lujuriosos no pude emprender el camino que me llevaría hasta Algenib, tal y como me dibujó en mi plano el bufón de Raphaela, Percibal, Llegué hasta su Castillo de Poetas Gigantes... Reconocí a Cortázar de inmediato... me guiñó el ojo... oscuras dibujando amenazas sobre mis bárbaros cuervos que me escribía Cervantes...
-¡Parecía que me eras conocida!- dijo Hesse al ver mis manos, el miedo de los infantes de las sombras se desdoblaba a mi paso, tenían miedo a la luz, miedo al ver mi tránsito, miedo a la fatalidad de mi poder. Y mientras avanzaba hacia el escribano, un demonio salió de improviso... los recuerdos de sus palabras, ¡te quiero! ¡no te amo!... ¡eran poderosas!. Entre el fango, el teatro, las sombras, me seguían enjambres de escritores locos que no me quitaban sus ojos de encima. Poco a poco y según me repetía a mí misma el por qué mis palabras escandalizan.... trataba de recordar a Algenib y como llegó en el momento oportuno..
le preguntaré al oráculo cíclope si es Algenib... es quién....
todo se iba haciendo más intenso, el terreno de letras, los seres literarios me rodearon y frente a mí se halló él... recitando los siete pecados capitales... Sus letras rugieron hacia un peñasco cercano sin perderle de vista y sus prosas comenzaron a rodearle y con sus característicos gestos comenzaron a pronunciar una especie de rezo promovido por el ángel suicida para engalanar la noche en que ella próxima a la muerte vió mi creación inconclusa con lágrimas en sus ojos... con uno de sus rezos, que ella misma originó. Todo estaba preparado para que comenzara el espectáculo en mi teatro de las sombras ¡Aquí no se mueve ni un personaje sin que yo lo ordene!, Oberón se asomaba para comenzar el primer acto de la barbarie, quedé sorprendida al ver como el escritor y el ángel se consolaban mutuamente en los castillos de hielo, deseaba un cuervo así de complaciente uno que me besara en los labios al caer la noche... ¡como les observaba! Y mientras el escribano no daba prenda ni decía donde estaba su castillo, si su pluma fué mía alguna vez en mis sueños de féretro, me ardía en los huesos la idea de un amor puro...
¡Basta! Déjenme sola!...
Y en unos instantes todo mi séquito de cuervos completo a excepción de Oberón y mi lobo Estepario desapareció en las tinieblas,
El amor me había dado las primeras cortadas... Y era perverso el estado del enamoramiento e idiota...
-¡No son tus alas de ébano, ni a tí a quién amo!...
nadie ama porque sí, aún cuando hay quienes te deseen sin manos...
La exquisitez y la exuberancia de tu belleza oscura, seguirá persistiendo de una y de otra renacerá una historia similar... pero ninguna será como esta...
Un alma pura se esconde tras tu faz de asesina, misteriosa y fría de mortales e inmortales sueños y tragedias conjuntas... El amor es cosa de humanos y el odio es un invento de tus demonios y todos juntos inventamos las historias fatídicas de quienes se cuentan y otras peores aún... que se inmolan y tú las escribes y la haces conocidas-
.. Salí de mi Castillo del Espanto con mi lobo en las estepas y miré la luz de otros ángeles y me horrorizé al ver mis manos, ¡cuéntame! ¿cómo sabes tantas cosas de mí? has pronunciado mi nombre en las tinieblas y me has reconocido sin temor alguno a que te destruya ¿Quién eres en realidad?
¡habla de una vez escritor! ¡porque has visto mis manos!...
Soy... Quien siempre debí...
¡Qué no ves como brilla mi medallón de los hebreos! Soy la Princesa de las pesadillas de Poe... cuando duermo simulo ser un ángel, mis alas están renovadas, ya no hay heridas en mi dorso y mis labios son coloreados por las ninfas de la misericordia.
¡No he perdido nada!...
Mis libros han sido abiertos...
¡Me has liberado!-
Y ¿sabes tú lo que es la felicidad Algenib? En el infierno tengo muy buenos amigos y saben de mi RENACER y les ANIQUILA...
¿Conoces la luna llena?...
-No, nunca la he conocido como plena, debe ser como la luna vista de noche desde la Tierra, pero tú que bien conoces sus danzas y a cambio me besarás en la boca unas tres veces-...
Algenib... me has besado y no recuerdo cuantas veces... hay algo en tí que me es familiar, si me besas de nuevo reconoceré tu saliva...
-Me conoces desde siempre Ligeia... Tu sabio poder me ha acechado en varias ocasiones.. tu instinto fiero, tu placer. ¡No me vayas a decir ahora que todo fue uno de tus hechizos y que estuve con otra!-...
...No, ¡es ella! ... yo jamás seré ese ángel, tengo manos de tijeras ¡no soy buena! ¡ya te lo dije!
-¿Qué? Entonces... ¡Ninómade estaba en lo cierto! NO SE PUEDE AMAR UN ESPEJISMO...
He creado una HISTORIA...
-Pero... ¿por qué?-
¡Para saber lo que es el amor!
y he huído...
...Todo está confuso, el escritor es quien sabe más de mí que yo misma, trataré de ser cautelosa... Podría ser un Dios Pagano este Algenib y ni cuenta me daría de su estirpe... unas estrellas se movían a una velocidad de vértigo en dirección a mi cuerpo hecho fuego, y la luna por encima de mi cabeza hacían presagiar la buena nueva: un nuevo conjuro le había dado de beber en la boca. Pero resultó que no fue tan cierto, poco a poco se hizo el alba, mi lobo reía, el silencio se apoderó del lugar y la luna se quedó dormida, se desvanecieron sin quedar ni rastro del escritor ¡y el ángel! ¿dónde está? fatal resultaba la palabra amor, aniquila a los que ama, pero les ama... es el castigo de ser la Princesa de las Sombras... estaba escrito en mis manos...
Se abrió un camino a la siniestra en mitad de un cielo encantado, que hubiese jurado haberlo visto antes en una de mis pesadillas de niñita Princesa, parecía descendente, muy descendente conforme caminaba por él y tenía miedo...
-Estos son tus terrenos, te mostraré el camino Ligeia, ¡quiero que cuando crezcas seas una Princesa Mala!-...
Me decía Poe antes de quedar dormida al alba...
Algenib comenzaba a escribir una historia y un ángel le seguía las huellas...
¡La luna se ha completado!...
Otros fueron los templos, otros los aljibes
¿aún recuerdas mi piel danzando en las aguas?
Comienzo a gritar ¡Estoy viva! ¡he caído en este círculo!... No hay luz... Escuché algunos pasos... Pero nadie apareció esta vez...
Aullo, vocifero, el tiempo corre lento desgarrándome el alma, no quiero saber cuanto tiempo ha transcurrido ¿seis... siete días? mi razón me encara, me abofetea, no hay lugar donde poner mis llantos... Advertí a mi sombra mi presunta desgracia, puso avisos de mí por todos los rincones, perderé el juicio, mi alma se impacienta ¿me buscarán?... en un mar lleno de gente, entre grupos que ríen ¿olvidarán este escalofriante episodio?... Desperté gritando mi nombre, le sucedió el silencio, hay fantasmas de mi por todos lados, todos despedazando mi piel, será mejor ahogar el alma, extraditar la memoria, asesinar la razón...
Me dejaré caer en el peor de los escenarios, dejé de ser pudorosa... hace tiempo que dejé de ser yo...
Me presentaré como un alma errada, amiga del miedo, siete serán los días, uno por el recuerdo húmedo de cada día idiota, dejaré de ser delicada... ¡Será maravilloso!
El agua está fría y aún conservo mis articulaciones al rigor de mi sangre. No hay ni un maldito segundo que no me arañe el alma, no quiero imaginar mi cuerpo en un depósito de agua, no quiero que mis aves me identifiquen, me niego a que vean lo que queda de mí ¡Ésta no soy yo! hace tiempo que dejé de ser yo, no tengo piel, ni identidad... ni sueños... Es mejor no soñar no sabría como despertar... He olvidado algunas cosas esenciales...
¡Que hago! ¿huyo? ¡dónde! mi cuerpo está danzando en las aguas y de tanto rasgarme el alma, la comisura de mis dedos fue despedazada, la piel de mis ojos rasgados, mis pies descalzos mi pelo enmarañado... ¡Caigo!
A veces deseo que fuera otra, que otra estuviera en mi lugar, pero despierto gritando, que tal si anduviera con otro de la mano riéndonos juntos ¡Sería provechoso! sería mejor no morir de aburrimiento en este aro japonés... Pero después imagino qué será de mí el día que salga a flote, si de tanto insistir en que me rescaten, deseo morir en este sitio, no hay señales de mí... Ni agujeros en donde espiar... No hay lugar donde depositar mis llantos y donde poner el alma antes que se inunde... Prefiero morir a puertas cerradas, sólo así descansaré de esta circunferencia...
Ayer hubo un ruido, uno verbal, pero desapareció, grité hasta secar mi saliva, y el eco aún se escucha... ¿Lo oyes?...
He acumulado tanto odio, que será mejor que no me mires a los ojos, todos al verme huirán despavoridos ¡Seré yo finalmente! me inclinaré de manos y pies, mi pelo enmarañado no dejará que vean mi rostro, de mí se contarán las mejores historias de terror, dirás que nunca existí, quizás sea yo a quienes los pequeños le teman al quedar dormidos...
Los cielos se cubrían de espanto, habían dolores agudos, sangraba por los poros, las vértebras estaban ansiosas, la suerte reía, Caronte lleno de locura bebía el rojo de la copa del deseo y me invitaba a sumergirme en el mar muerto...
Vuelvo a tierra, con mi bitácora vacía, con tus porfías en lugar de mi cabeza, con tu desnudez en vez de lucidez, Francia ya no luce la misma desde el destierro, mis piernas ya no lucen las mismas desde que dejaron de ser conquistadas, todo cayó botín abajo, sólo me falta aullarlo en el instante perfecto...
Yo iba con otro... Yo iba de ángel... Tenía una sonrisa dibujada en mi frente, creía en Dios y a Dios le veneraba, pero estaba en nuestros designios encontrarnos, reconocí su rostro en medio de tanta gente... algo nos asfixiaba... sentía que mi cuello le pertenecía, que en otra vida tal vez hubiese sido mío, quizás en una época, o en varias generaciones, su voz me era conocida, su ser un tanto hosco me era familiar entonces, mi crucifijo estallaba al verle rondar cerca, yo tenía un compromiso ineludible, pero poco nos importaba...
Comencé a enfermar gravemente... Veía como mi prometido luchaba desesperadamente por mi alma perdida, poniendo resistencia a mi sombra, como enloquecía continuamente por mis arrebatos de tener en mis sienes una muerte plácida... Y al estar dormida, ahí estaba, luciendo en su cuerpo todos los lamentos de Francia, el desconocido vino a mi encuentro impostergable, desplegaba en mí excesos de erotismo cuya pasión llegaba a idolatría, me lamía la cara en una entrega desmedida sacrificando mis pocas arterias, sentía el ardor en mis mejillas, pero era un magnetismo digno de las hijas adormecidas del dios pagano, mis piernas se daban al compás de su entrega consumando la palabra “amor” por todos sus orificios... y poco a poco empecé a renegar de la Biblia y sus crucifijos, mi prometido estaba idiotizado por liberarme de ese subyugo, me llevó en su brazos donde Lord Van Helsing, y dieron instrucciones de negar mi acceso al Castillo del desconocido, pues según unas sirvientas aledañas me habían visto transitar las últimas noches por el, besando al demonio...
Me recluyeron en mi alcoba, ya estaba hecha una fiera, casi descarnada sin embargo mis facciones no eran de una regularidad clásica, la femineidad de Elizabetha y sus malas artes me habían sido entregadas por completo y se revelaba en mis sueños más húmedos...
¡Elizabetha! ¡Elizabetha!...
¡Como luché durante mis noches febriles por apartarlo de mis ansias! ¿Qué era eso más profundo que los círculos de Dante? Estaba poseída por las almas adormecidas de las hijas de Delos... y los ángeles me cubrían con un manto de espinas para que no dejase mi cuerpo al intemperie... Todo era devastador, entré en crisis... El hombre distrajo la atención de los infiernos ¡Él venía por mí! ¡Era una deuda pendiente!, yo había robado el alma de otra, yo era otra... ¡Y las deudas se pagan!... me enjuiciaría en esta vida o en otra, mi alma le pertenecía se la había dado quizás en otras épocas, quizás en otras generaciones, vencía mi contrato vigente, hoy los plazos habían concluido... una muerte prematura me aguardaba...
... Hay cuentos hermosos en los libros de los magos, encuadernados con piel me dijo una vez Poe, historias gloriosas de cielos que se abren, de marejadas que son sangre, santos y santas que quiebran su mano al rugido de los ángeles...
Pero, tan cierto como que Dios vive, digo que la fábula que el demonio me contó, mientras se sentaba a la sombra de mi lápida, es la más maravillosa de todas.
Cuando el demonio terminó su historia, se acostó en la cavidad de mi tumba y rió. Y yo no pude reír con el y me maldijo... Y mi sombra que era de otra, que eternamente moraba en la sepultura, salió de allí y se quedó a los pies del demonio y le miró fijamente a la cara...
Asesiné a mi amante después de vivir felices los tres juntos, esto ocurrió antes de un día martes, cuando éste limpiaba mi féretro y mi esposo muerto iba de compras al banco de sangre más cercano...
Mi amante y yo estábamos en el ataúd de nuestra casa decorando la cripta para la noche de brujas. Nos pusimos de acuerdo sobre las velas, trajes mortuorios y baladas fúnebres, pero se pueden imaginar lo que ocurre cuando se trata de dividir la única calabaza de martes trece en dos partes... ¡Maldita calabaza! que trajo la tragedia a nuestra paz. Si la hubiéramos dejado, él podría estar vivo ahora...
Mi calabaza era una exquisita obra de arte, autografiada por las mismísimas brujas de la cenicienta, cuando el reloj daba las doce recitaba los siete pecados capitales. Fue esto último lo que conmovió hasta los huesos en mi enamorado, y le llevó al acto de la barbarie, aunque su prontuario era exitoso, con este hurto sería un gran delincuente, y mientras yo dormía la siesta, le ocultó bajo las ropitas de Don Sata en el viejo ropero. Lo que el ignoraba era que mi calabaza sufría de claustrofobia y al dar las doce pidió que le salvaran con fuertes gritos, dejándole en evidencia... Mis dientes ya tenían atravesado el sabor de su garganta, entonces comencé a besarle apasionadamente y le di una muerte plácida de manera cariñosa... por cierto, antes el era un vivo y dormía con nosotros proporcionándonos calor humano...
No toleré la bajeza de sus actos, aunque sería presuntuoso querer juzgarle a estas alturas...
Mi esposo muerto al enterarse de tal sacrilegio, pidió que me entregasen a las autoridades respectivas, no pudiendo antes dejar de admirar lo bien que nos llevábamos; me amaban equitativamente, compartían los gastos de mis excentricidades y gustosa les dejaba en la ruina... Ante tales circunstancias de mi desacato, fui a entrevistarme con un santo que tenía en la corte, él también era un endemoniado coleccionador de calabazas auténticas, me ofreció esconder el cuerpo de mi amante, clavarle una estaca a mi esposo muerto y sin dejar evidencia alguna...
Y habiendo matado al otro con una estocada maravillosa, los vendé con tanta ternura, con una femineidad tan desmedida que los llevé a mi casa para decorar mi noche de juergas... Allí estaba mi querido esposo luciendo “mejorcito” que cuando vivía...
Lo de mi amante es cuento aparte... tal vez le compre una vida a un gato maullador nocturno...
Estaba al borde del alba cuando alguien grita ¡Sangre de nuevo! yo intentaba asfixiar este sentimiento contigo y así recuperar mis trozos que habías extinguido y desangrarme por completo, ¡pero ahí estabas! como en mis mejores sueños ¡malditamente mío! y me preguntaba si alguna vez fuiste tan feliz... la muerte me increpaba y yo ardía en sus perfiles... el infierno me recibía con sus brazos abiertos...
Todo lo incorporamos ¡todo! mi aliento, tus espinas, nuestras ganas... y todo se reduce a la miseria... El reloj de arena sigue dichoso, las almas erradas exclaman... ¡Ahí va esa de nuevo! Y el diablo es feliz acariciando mi tumba.
Veo a los niños pequeños y ninguno es mío... me pregunto si no era a tí a quien amaba... y mi alma se dispara desmenuzando tu cuello, ya no tengo la piel de entonces después de tantos insultos...
Ayer vino la palabra angustia ¿cómo estás? ¿qué has hecho?... no sabía si pronunciar tu nombre o tu apellido... mantuve mis dientes apretados, mis cuervos serviles disfrutaban gustosos. Presenté el certificado de mi muerte a nuestra funeraria, los ángeles caídos archivaron los datos, ¡todo está en regla! dijeron.
Tengo hambre de estrategias y soberbias conjuntas... Estoy harta de estar despierta las mejores horas del día...
Tengo mis piernas abiertas hasta el tope, para ver como se vé reflejada mi alma en el piso, los espejos no cuentan, ¡ya saben lo que dicen!... ¡ni cruces, ni espejos!...
¡Todo lo he perdido!... y mis libros no me complacen, hasta el punto que verlos arder en llamas es mi placer favorito... Las ultratumbas me han elegido su Reina, no hay dolor perpetuo que me lleve la delantera en este sitio, el perímetro es extenso, y mi belleza sigue intacta, tal vez un par de siglos por lo menos...
He escuchado que no fuí gran cosa, que apenas dí para ángel caído, que soy una hereje y me has apedreado... Ayer encontraron un cuerpo boca abajo, me niego a aceptar que mis aves le identifiquen, es mejor pensar que andas extraviado, que estas triste, que andas con otra ¡te imaginas! ¡sería catártico!, pero después despierto gritando... en el libro de extraviados he puesto tu nombre, no hay un maldito día que no me pregunte que es de tí... El la morgue no hay pistas...
Y no hay señales de tu sombra, es mejor pensar que estás por ahí... donde nadie te reconozca, excepto yo o lo que queda de mí... A veces algo queda de mí en el aire, un libro, una letra o varias en una palabra...
El diablo me ha ofrecido su cuello...
Ya veremos lo que le doy a cambio...
LIGEIA... Sólo recuerdo su nombre, nunca supe su apellido finalmente, el Egipto idólatra la trajo a mi memoria ocular como una de las más extravagantes hijas de las obras fatídicas. Entraba y salía como una sombra erguida, haciendo subyugar las fantasías en las adormecidas amantes clásicas del paganismo... Las facciones no eran como las demás mujeres que había conocido, su femineidad era digna de una obra clásica, examinaba su contorno y su cabello como la noche misma ¡Me enloquecía!... Su piel era pálida como una larga agonía, maldita sentencia de la muerte alentadora...
Mi mórbido estado del nervio auditivo hacía que la música fuera intolerable para mí a excepción de ciertos sonidos de cuerda, por eso su voz calmaba mi ira como una conmovedora sinfonía sólo similar a las cuerdas de un violín stradivarius...
Estaba ciego, desprovisto del alma, después supe que caminaba sin corazón... Pues ella sin remordimientos lo había extraído como un verdadero triunfo de las cosas etéreas. Huía de la amenaza de su sonrisa perfecta, de sus corrientes de aire, pues sabía que le pertenecía a su Padre. Mi pulso se debilitaba constantemente a causa de su saliva, estaba muerto en circunstancias reales... Su sola conversación, daba entendimiento a los muchos misterios en que me hallaba inmerso, sus conocimientos de ciencias exactas, sus letras escandalosas, engalanaban su ataúd en las mazmorras...
No conforme con sus letras devoradoras, empeñé algunos residuos de mi alma gélida un par de siglos...
Mis cálculos circulares y geométricos, mi soberbia y orgullo, los abismos del cuál era adicto, estaban ansiosos por la tiniebla de sus manos ¡No conforme! Quise entrevistarme con la muerte misma, para tener la inventiva real de un auténtico fin, me había revelado su Maestro de la Ópera que antes fuera donde un ángel en cautiverio, que sus alas caídas me mostrarían como último recurso, sus pantanos predilectos...
¡No conforme! Arrojé sus páginas del puente más alto, Oberón era su obediente polichinela en la corte del absurdo, traía para mí su tétrica flauta dulce entonando melodías fantasmagóricas, apelando a mi destruido oído, La Novena Sinfonía de Ludwig Van Beethoven, para mi desgracia...
Estaba en un estado catatónico queriendo redimir todos los hermosos pecados que el ser humano ha cometido y sigue cometiendo en pos de los falsos ídolos...
¡Allí estaba! más hermosa que lo usual, intacta como la recordaba en este par de siglos alejado de sus caricias pecaminosas, estaba fría como el mármol, exhausta con un libro Siríaco normativo en arameo occidental...
Andaba presa del conocimiento de la edad media, el zorro estaba completando para su deleite las más exquisitas teorías de los secretos del universo... Tenía la ventaja de la vigilia nocturna, que sus noches fueran eternas ¡Y sí! Danzando las hermosas partituras que Beethoven había depositado a sus pies, producto de mi ironía, sabía que reconocería cada nota en sus costosos vestidos de seda, sabía que danzaba con las melodías del mal y que el piano de su Padre Muerto tocaría una vez y otra vez aquellas partituras que me desprendían la piel y me hacían contemplar su tumba eternamente y sentirme la criatura más apartada de Dios...
...Los ángeles son los seres más perfectos después de Dios... decía un ángel al contemplar su tumba mientras dormía, sus cuervos en lo alto le observaban ansiosos, pues cuando ella dormía asimilaba ser un ángel enamorado, sus alas sufrían grandes transformaciones en su dorso, sus labios eran coloreados por las ninfas de la misericordia, y sus cuervos sólo eran ángeles custodios del Templo contiguo...
Yo le observaba con mi reloj de arena, en las penumbras del miedo que su belleza me provocaba... Tim Burton me había escogido para cegar su trémula lozanía, acariciaba su piel mientras dormía en mis mazmorras... Sólo sé que fué una osadía ver que efectivamente era un ángel mientras el sueño le aprisionaba el alma en mi alcoba... Gemí al verla tan apartada de sus sombras tan particulares de su Teatro, que no pude sucumbir ante la maldita necesidad de besarle... Al ver que sus ángeles custodios se transformaban en enormes aves de rapiña, quise detener mi aliento, pero aquella saliva me había dado ciertos antojos de ir por sus alas tan perturbadoras, el deseo me llamaba ¡Me carcomía!...
Quise atravesarle un puñal mientras dormía sólo por dolor ¡Pero no fuí capaz!...
¡Ligeia!... ¡Cuando dejarás de estar en mis pensamientos!... ¡Invocaré a tu Dios!... ¡Por favor te lo ruego!
¡No trates de semejar a un ángel cuando duermas!...
El oráculo había presagiado la maldición de la bruja mórbida... Mis cuervos sabían que estaba condenada a vestir de novia un par de siglos, en las inmediaciones del pantano bailaba el tango con los demonios emergentes, el acordeón era de un espíritu músico principiante muerto en la cantina de un bar bonaerense, y el piano era el ataúd de la mejor cantante de milongas muerta por los celos de su amante, asfixiada por su propio pañuelo de seda...
Mi carroza fúnebre no era de calabaza como en los cuentos de hadas, si no de paja de un espantapájaros vivo, mi traje de novia era negro como las alas de un ángel caído, enredado por los hilos de un títere, mi fino medallón de los hebreos era un hermoso relicario obsequio de Poe, con nuestras fotografías...
El idiota me amaba tanto que al crearme oró al sumo sacerdote que jamás fuera besada, que mi femeneidad fuera eterna, y una noche mientras yo dormía amortajada en mi terciopelo chiflón, mandó a cubrir mis senos con el relicario que el sumo sacerdote le había extraído a los hebreos en sus noches de conjuro y luego les decapitó... Trayendo para mi deleite sus cabezas en una bandeja de plata... Poe había enloquecido al ver como yo me revelaba constantemente ante mi creador, manipulaba sus letras a mi antojo, me inventaba narraciones extraordinarias, les hacía versos a mis aves...
El cuervo me lo escribió una noche sólo por que estaba molesta por que el veneno que le di no surtió efecto, consolándome por mi arrebato, dándome otras ideas para poder arrancarle la vida, jurándome que la última palabra que pronunciarían sus labios sería mi nombre...
Poe sólo quería ser mi esposo muerto, vestirme de seda, acariciarme el alma, desprenderme la piel... Hizo que la viuda negra tuviera doble jornada para que sus hilos cubrieran mis vértebras...
Mi escribano estaba poseído abrazaba mi recuerdo, mientras yo con una pala extraía los cráneos de las fosas, mientras la viuda negra zurcía mi capa, Poe escribía sobre nuestra boda en su biblia de apuntes, mis arlequines del Teatro de las Sombras serían los encargados del espectáculo, mi vestido de los hilos de araña cubrían mi falta de piel.
El sumo sacerdote erguía su cabeza y todos hacían lo que Poe escribía, de pronto me vi en el altar y vociferé en toda la abadía, mi maestro estaba con su libro negro, extrajo una pluma de uno de mis cuervos escribiendo cada vez más rápido, de pronto tenía mi traje de bodas fúnebres, los asistentes del réquiem estaban todos con sus pañuelos negros, viendo como la princesa de los actos sombríos sería desposada por uno de los más herejes escribanos de la historia del espanto, los músicos de las tinieblas extraían para mi boda la mejor melodía en las pompas fúnebres...
¡Esto es una ardid! ¡Maldito Poe!... Vi como sin darme cuenta mi saliva era succionada por el maldito, como su pulso hacía danzar a sus macabras letras y como nos convertía en sus títeres, sabía que el me amaba y hacía a voluntad lo que yo le ordenara...
¡Esta bien mi maestro yo soy tu creación más preciada!, soy tu hija predilecta ¿Porqué no ser tu esposa? pues bien, te doy mis ojos, ¡pero a cambio quiero que me des todos tus libros!... ¡No! ¡quiero más!... Sade me daría más que Maquiavelo si le mostraba mis encantos... Me tienes que dar más...
¡Quiero elegir una de tus historias! y que tú me la obsequies de regalo de bodas y que entremos juntos a la historia ¡Y soy tu esposa muerta para las eternidades! ¡Te lo juro!... Poe a regañadientes me hizo entrar a la historia de la página 666 que yo había elegido, las letras eran enormes ataúdes, hice algunos cambios en las palabras, arrojé algunas y mandé construir otras, mi futuro esposo aguardaba en el réquiem de mi boda...
¡Listo mi amado nos podemos casar ahora! ... El sumo sacerdote hizo continuar la ceremonia... Poe presentaba todos los signos claros de la muerte. El rostro adquirió la clásica contracción y hundimiento en sus líneas. Los labios poseían la normal palidez marmórea... El pulso había cesado. Durante tres días, se mantuvo el cuerpo sin enterrar. En resumen me apresuré a celebrar el funeral a causa del rápido avance de lo que se suponía era descomposición...
Poe quedó depositado en el mausoleo de uno de los rincones de mi habitación y durante tres años allí permaneció sin ser molestado. A la expiración de tres años se abrió la cripta para recibir el sarcófago, pero, ¡Que terrible sorpresa esperaba su abnegada esposa Ligeia al abrir la puerta!. Era el esqueleto de su esposo muerto todavía en el sudario... Una acuciosa investigación reveló que Poe había sido enterrado vivo...
¡Que ingenuos! ¿Quieren saber cual era la historia que elegí de regalo de bodas?...
El entierro prematuro...Ni el idiota de Poe hubiera imaginado, ser muerto por sus propias letras...
Mis cuervos hoy se levantaron temprano Tim Burton me trae al que será mi nuevo compañero de lecho... su nombre es Víctor....
Ahora sé cuanto de incipiente tiene la locura, al pronunciar la palabra miedo.
Mis cuervos quisieron rectificar su ira, me vistieron de tul negro evocando el Requiem de las sombras. Me proclamaron la Princesa de los actos sombríos, putrefactas eran sus enciclopedias del miedo, sus sepelios son nuestras danzas del mal, habían transcurrido muchos siglos en mi memoria y un orgasmo traía su nombre, las letras idólatras se consumaban en el infierno...
Quería besar bocas nuevas, degustar la tibieza de los grandes Conquistadores, desmenuzar sus cuellos y ser la Reina de sus Imperios Sombríos... Uno de mis cuervos preparó mis atavíos maquiavélicos, uno a uno iba poniendo los maléficos tules que sujetaban mi corset como tejido a mi esqueleto, un ángel caído acarició mi delgadez, sus alas eran negras como su alma y sonreía al dejar caer mis diminutos encajes, la herejía era exquisita, quería entregrarme a su maldad masoquista, vestir sus regalos reveladores, dejar una esfera de oro en mi ombligo...
Sólo para seguir mi huella en los ardores del que alguna vez fué mi Castillo...
Grandes conquistadores ha tenido esta Princesa, pero débiles en apetito, entonces arrojo sus huesos y me pierdo el suculento banquete. Entonces mis cuervos se convierten en aves de rapiña para que los aniquile con mi saliva mortífera, dejo que me vean desnuda pero jamás les beso, les hago mis esclavos para que protejan mis libros herejes al alba, les sonrío complaciente, dejo que me desvistan cuando tengo sueño, que pongan en mis vértebras sus aceites perfumados y que en medio de sus alas febriles me acaricien del todo...
¡Huyen despavoridos! cuando dejo caer mis letras, cuando la ira me atraviesa, ¡Me temen! ¡Me aman! ¡Lamen mis heridas! putrefactas son sus enciclopedias del miedo, sus requiem son nuestras danzas del mal ¡Me odian! cuando mi carroza fúnebre prepara la huída al precipicio, rasgan mis terciopelos con ira ¡por que soy indomable! tratan de aquietar las aguas pero me gusta nadar desnuda en las salivas cálidas del olvido...
¡Silencio! ¡Esta suicida se prepara!... Uno, dos... Siete son mis súbditos y esta noche me complace un inesperado duelo, dos son las armas, uno el deseo. ¡Que rueden sus cabezas! ¡Que esta noche es mía! ¡Sé que tienes un revólver! la ví en la interperie de tu alcoba cuando me dejabas dormir entre tus brazos ¡Querido domador de fieras!... Yo siempre estoy en vigilia jamás mis ojos se cierran del todo, si ahora no bebes el vino que me dabas de beber de tu boca, no es lo único que extraño a estas alturas, mil años pueden pasar o sólo dos siglos pero los recuerdos no se extinguen aunque quisiera decapitarlos y si esta Princesa del Espanto se hace la dormida es para deleite de mis aves que quieren verme tranquila aunque sea una milésima ¡Nunca digas Nunca! aunque tomemos recesos, aunque los siglos pasen y los duelos de esta vampireza fluyan, las tinieblas de mis manos no descansarán ¡Has de saberlo! El Conde de la Conquista ha desmenuzado mi cuello, y la hija de los actos moribundos me ha hecho su Reina para dolor de muchos que querían sus alas apetitosas, por que si hay una cicatriz para este duelo es sólo un ínfimo rasguño...
Ahora sé cuanto de incipiente tiene la locura, al pronunciar la palabra miedo..
La tiniebla de mis manos había llegado a la perversidad más indolente, sentía en mis mejillas el ardor de la malicia, el pecado era exquisito y me acariciaba, mis piernas en un encaje inconcluso tenían una ventaja reveladora, erguía mi cabeza delicadamente hacia la luz, mi semblante había percibido débiles huellas... Sentía como en mi lecho de ébano evocaba la más hermosa catacumba que haya tenido jamás una princesa, mis obsequios de tiranos, ladrones y piratas eran puestos a los pies de mi sarcófago,
El sabor póstumo era casi tan apetitoso como el dolor y la blasfemia, mis aves de rapiña ya no podían de tanto horror maravilloso.
Buscamos algunas palas y empezamos a cavar ciertas fosas,pensamos con locura abrir ciertos cráneos...
Mis huesos a todo lo largo de mi columna hasta mi cintura eran un hermoso cadáver, podían verse algunos jeroglíficos en todo mi cuerpo, esta vez reuí extraer las telas de araña del papiro de mi linaje, me repetía mil veces bajo la epidermis como pude ser mordida por el Conde de la Conquista, simulé ser una princesa, ahora mi abolengo estaba por ser estudiado por los Arqueólogos de las Sombras...
Mis senos en tal simetría eran todo un misterio... Se descartaba de plano que fuera la hija de un Faraón con mis antecedentes obsenos, solo su amante, mis rasgos tan finos eran todo un acertijo, un simple arañazo le dí al experto en lápidas, me hizo abrir las piernas hasta el tope y eso no estaba en el contrato de tumbas, ¡que ingenuo! valiosos privilegios tienen los que me obsequian las joyas en las catacumbas, sedienta estaba... Tuve un colapso nervioso... Estaba en pleno procedimiento en dilucidar mi árbol geneálogico, sentía como mis huesos eran estudiados minuciosamente, se dió un receso para el descanso de los jerogíficos.
El lunes muerto y fatídico volvió a repetirse, Poe me describía en el teatro de las sombras, mi fino medallón de los hebreos en exquisita simetría diabólica... Las imágines de Dios y su cruz hacia lo alto estaban muy lejos de los instintos de esta fiera, el festival de Venecia era una hermosa máscara idólatra, el paganismo europeo me era apetecido como la cazería de la inquisición a las brujas de la bella Italia...
Se planeó que mis restos fueran enviados en un navío fantasma, pués una de estas hipótesis de estos expertos en tumbas era que fuera una diosa romana por la finura de los rasgos, en algunos huesos ...
Mis encajes eran apetitosos, rojos como el sabor de la sangre... Estaba poseída por un mar incestuoso ... ¡Yo era la hija de las mareas y las sombras!...
Estando en los canales de Venecia las nociones físicas y matemáticas sucumbieron en la geometría de mis senos estando en las aguas, era un descanso breve el de los arqueólogos, pero para mí y mis aves devoradoras, significaba estar en las catacumbas de la cuna del renacimiento, despertar a los genios del arte y dejarme desvestir en su genealidad.
Gemí al ver tantos antifaces idólatras al renegar de tantos arlequines con mofas, títeres de poca monta, calaveras obesas, y cadáveres con grandes pócimas del veneno de la juventud, todo era apeticible en el teatro de las sombras, evité ver el rostro del fantasma de la ópera, el que de tanto sabor a blasfemia, hizo los compases más intensos en mis vértebras, mis huesos fueron llevados por voluntad de mis cuervos a Raphaela, como actriz principal de la comedia de los laberintos de Alcatena y Mazzitelli... Al ver el ángel amortajado, grité de tanto deleite, en medio de los aplausos quise ver a mi rival más fuerte como era devorada por el Demonio de gran joroba Gemónides, en medio del palco los espíritus de los dioses me hacían invitaciones a sus circos romanos...
En el segundo acto la pestilencia, eran cánticos de júbilo para los idiotas... La grandiosa, la intectual de Raphaela había dejado a Shakespeare sin ideas... ahora... muerta el ángel... ¡Yo seré la reina del teatro de las sombras!...
Ya no tendrían jeroglíficos que descifrar, sarcófagos que restaurar, ni ángeles amortajados que revivir... Para los malditos arqueólogos, era un apetitoso desastre...
El Teatro de las sombras era el palacio jamás visto por el ojo humano, ¡solo para locos!...
Había malabaritas ciegos, ángeles trapecistas, polichinelas que eran los abogados de las causas del Diablo...
Una vez dentro y finalizado el espectáculo, no había noción si el palacio en sí y sus personajes eran personajes o títeres verdaderos, los salones demenciales gritaban ¡salven a lady Ligeia! que ahora es nuestra dramaturga...
¡Eso era! quizás con ideas tan vagas dí origen a la mitología romana, y yo inventé mis rasgos para ser una princesa, utilizado para mi facciones tan sofisticadas, ¡al idiota de Poe!...
Pero saben, mi procedencia inhumana es un misterio, ¡ni Raphaela la grande!, ni la escritora de Raphaela...¡A esa!... ¡La estrangularé con mis propias manos!...
¡Esto es un ardid! ¡Ligeia!, grita unos de mis cuervos.... ¡el Demonio en persona te ha secuestrado!...
El demonio de gran joroba llamado Gemónides, hace cita con el Príncipe Siniestro, cuando terminó de narrar su historia, se recostó en la cavidad de su tumba... Cuando las garras de Demonio en una caricia animal, desmenuzaba el pescuezo del bufón de la corte, usando las letras del poeta Silvacedo ¡exclama!...
Cuando el hacha del verdugo
caía en la testuz del bufón de palacio,
un soplón del monarca bajó presurozo
a las mazmorras
y devolvió la vida al enano y curcuncho
¡Alto! gritó desde los últimos peldaños
de la escalinata.
Mi señor comprendió finalmente la gracia
del chascarro que a su oído contaste.
Realmente lo celebra, os perdona la vida
y desea que os llegueis hasta él.
Vino Gemónides a los pies de su rey y dijo
Majestad, sabe que me complace tener aún el alma en el pellejo
Y ahora deseo divertiros con una adivinanza
¿Sabéis qué es lo que guarda esta joroba horrible y prominente?
¿No lo sabéis? Pues, la cabeza de mi anterior amo,
tirano derribado del trono por su pueblo.
Ahora Gémónides ... Sé uno de tus secretos...
Me encontraba en la escotilla emisaría mientras alguien me atacó repentinamente, no encontraba mi espada de las nueve llaves, dificilmente podría explicar como ese pirata apuñaló mi virtud profana por encima de las olas.
Sentía como el mar se agitaba... el agua estaba fría y poco a poco me hundía en las profundidades del mar muerto. Mis libros de literatura, que por los siglos de los siglos fueron mi desvelo en las catacumbas, fueron lanzados a la corriente...
Era espeluznante el recinto de la muerte, mis rubores se tornaban pálidos, no sabía qué era ese lugar y cómo había sido el naufragio de mis huesos, era imposible predestinar en qué lugar de desesperación o locura me encontraba... De modo que, cuando logré establecer aquellas imágenes, observé que se trataba de mis vidas pasadas y ese era el pasadizo para transitar y enfrentar los debates del túnel de la muerte y su voracidad...
Estaba casi desnuda por culpa del pirata traidor y mi habilidad estaba en mi destreza, la travesía del tunel del espanto, era un laberinto profano, a fin de cuentas mi pulso sanguíneo ya había expirado y mi defunción era cosa de segundos...
Habían bufones para dar su veredicto y otorgarme nuevamente el derecho de vivir.
Debería demostrar a los asistentes del palco que esta libélula sólo era una princesa compulsiva en sus deleites, no mejor asesina que Jack, o que Hyde, que poseía la materia gris neuronal de Frankestein. Aunque las facciones de mi rostro, hoy tan en boga, evidenciarían que Madame Ligeia era el erotismo de una maldita escritora que en los efectos del placer intenso había creado... Tendría que reconocer mis amoríos con Maquiavelo y reconocer lo vil que fuí con Sade y eso era meritorio para ser quemada en la hoguera... tuve ínfimos ataques de remordimientos... ¿Será posible?...
El escenario sería exclusivamente mío... LOS ASIENTOS DE LA PRIMERA FILA ESTABAN LLENOS...
Los bufones esperaban que me horrizara una vez dentro, pero mientras mostraban las imágenes de mi vida, algo sucedió...
La noche era exquista, los sepultureros me esperaban en la fosa común como hereje, conmigo muerta la dinastía Romanov perdería su encanto... Sería la última descendiente de Drácula, inspiradora de Stoker, hija de Poe, amante de los mejores asesinos en serie y a todos les dí muerte con una sonrisa, dificilmente me olvirarán los bufones... con mi TRAYECTORIA endemoniada, mis cuervos estarían felices...
El paño mortuorio de las princesas estaba puesto en mi frente, como una corona maravillosa.
Era retroceso en siglos... Avanzaba yo por los pasillos y veía como Nosferatu me guiñaba el ojo, reconocí ser una de las traidoras de la primera guerra mundial, mejor que Mata Hari quien fué ejecutada por el pelotón de fusilamiento.
La leyenda sostenía que la escuadra tuvo que ser vendada para no sucumbir a sus encantos, sin embargo, en mis propias imágenes son probados los hechos de que lanzó un beso de despedida a sus ejecutores... Que las dos fuimos bailarinas exóticas, los bufones en asientos estaban admirados por tanta herejía...
¡Los aplausos no se hicieron esperar!...
Al caer el telon se dió un receso de dos segundos, tiempo suficiente para dar su veredicto al fin y al cabo, el pirata había usado alevosía y su puñal no era un disparo con balas de plata... Se había establecido en la corte que su intención no era darme muerte, cosa que me disgustó, las ironías no se hicieron esperar.. Me hice asesorar con un abogado de pompas fúnebres, pero para eso tenía que jurar en nombre de Dios y me negé... disgustando a los asistentes... a los bufones, a mi pirata.
Poseía un amuleto del tibet minuciosamente guardado para ocasiones especiales, regalo de un brujo prestamista, mordiéndome los labios renegé de tantas reercanaciones, en el umbral de los Dioses, sabían que mi predilección eran los infiernos ardientes...
¿Cuánto tiempo permanecerás dormida hija de Poe?... Algo vino a mi subconciente...
A regañadientes abrí mis ojos, negros, profundos, el pirata durmiendo al lado de mi féretro...
Sueño o pesadilla, quizás presentimiento...
mordí al infeliz por si acaso... para estar segura..
Se me ha comunicado por medio de mis bufones, que cierto príncipe requiere mi danza de los siete cuervos... que la exquisitez de mis contornos son apetecidos en aquellos salones imperiales. Mandé a mis huesos lo impensable, mis demonios cubrieron mi piel con atrevidos colores maquiavélicos, una tobillera de oro pusieron en mi pie evocando a las faraonas egipcias, maquillaron mis ojos profundos con el ébano de las sombras de mi tumba, y mis labios cubrieron de mi propia sangre demostrándome a mi misma la intensidad de mis ansias profanas. De este modo fue mi petición, que pusiesen en mi brazo una esclava y que me dieran de beber la dosis del conjuro.
Mi carruaje en la neblina no dejaba evidenciar en qué palacio del embrujo me encontraba, sólo una vez dentro ví los garrotes de la abadía que me hicieron su prisionera...
¡Quién se atreve a ponerme un ardid! ¡que el maldito muestre su rostro! vociferé tan fuerte que inmediatamente el príncipe se hizo presente en los salones del espanto.
-Baje la voz Princesa Ligeia-, -según el pergamino de las lágrimas, todas las conjeturas arrojan que en las afueras ronda la muerte roja, sus víctimas tienen una muerte prolongada y se les confina bajo tierra, sin identidad, sin misericordia. El tiempo es verdugo y se hace visible en todos los relojes de arena, los cadáveres son resguardados, previamente se incineran sus ropas, algunos cristianos oran por sus almas, sin preocuparles que la peste les hable cara a cara, es muy posible que en este convento estemos un tiempo indefinido para resguardarnos de la siniestra amenaza, mientras la sangre se vierta en las afueras y la muerte nos hable-.
Yo nunca le he temido a la muerte pensé y menos a la peste (Belcebú tiene mil caras), no sería una mala idea que mi sed se saciara con esta sangre azul. para ello ideé un plan maquiavélico.
Tejí un telar con hilos de araña e hice una red en el covertizo, rasgué mis vestimentas completamente e hice marcas en mi cuello simulando un ataque de fieras. Crucé los salones de par en par virtiendo el pánico en sus perfiles, a todos los aposentos hice poner llave y de cada uno dejé una copia, un súbdito lo hice mi esclavo, para resguardar mis instintos vampíricos, le comuniqué a la corte que una bestia acechaba...
Los días pasaron según mi plan, el reloj lunar daba las campanadas, las damas y sus asistentes se ocultaban de la fiera, mientras tanto, yo me saciaba más que en mi propio féretro y la peste aguardaba un mejor momento.
Juré jamás beber la sangre de mi descendencia real, pero mi sed se intensifica con cada respiro y mis ansias de besar bocas nuevas me reclaman, mi espíritu juzga en secreto mi mala conducta y para ello até un mal poeta a mi cuerda, le hice nudos a cada una de sus extremidades, le besé la boca, su saliva era placentera, tibia, olía su sangre y el se entregaba a mis fuerzas repitiendo mi nombre en la oscuridad ¡Ligeia! ¡Ligeia! de manera siniestra y recordé los hechos que me convirtieron en asesina por primera vez...
Cerré sus ojos con tal finura y puse mi pañuelo de seda... en el lugar de los hechos...
A la mañana siguiente sólo se oyó un grito desgarrador, supuestamente habían encontrado muerta a la fiera pero en realidad era uno de mis demonios que dí fin para mis oscuros propósitos, la alegía reinaba...
Organizó la corte nupcial una fiesta enmascarada para los habitantes del enclaustro, sólo con disfraces excéntricos y se me ordenó realizar mi danza de los siete cuervos como acto principal, todo parecía un sueño, hecho que se demostraba en mi leve sonrisa. Mis arlequines enmascarados mandé a llamar, todos debíamos tener antifaces, la noche se vestía de espanto, mandé a cubrir la cruz de la abadía...
En el nombre del Padre, del Hijo Y del espíritu Santo...
¡La Danza ha comenzado!
Todo era enceguecedor, las tinieblas de mis manos, dieron sus mejores articulaciones en mi siniestra entrega, mis giros en la alfombra en honor a la muerte roja evocaban a los espíritus de la peste sangrienta, ninguna de las máscaras se atrevió a enjuiciarme, y el eco de mi alma me elevó como un murciélago riendo de manera exagerada. Algunos de los invitado iban cayendo con sólo mirar los ojos del amortajado. Mis músicos esqueléticos entonaban la partitura del Fantasma de la Ópera, hasta que un momento mi alma estalló de tanta belleza, una máscara creyó reconocerme... me invitó a danzar en medio del salón; al ver su mortaja salpicada de sangre ví los ojos de la muerte, el sonido de cadenas de los fantasmas fué arrancado y para mí era una hermosa melodía.
Las luces de las velas iban bajando su intensidad, uno a uno los asistentes siguieron cayendo como piezas de ajedrez, al morir el príncipe yo sería la Reina... Todas las libélulas me envidiaban, seguían los contornos poco definidos de mi apuesto acompañante, seguí observando y ví más allá de lo impensable.
El mejor de los sabios a la espera de los efectos de la muerte la reconoce, yo ya conocía el terror y era exquisito, ¡en efecto! la grotezca máscara era su rostro sin atavíos ¡era la muerte roja enmascarada!, y venía por mí... creía que moriría de espanto ¡que ingenuo! la muerte tiene diversos rostros y con todos he tenido amoríos...
Mi capa oscura y mis encajes de seda mandé a guardar en mi baúl siniestro, dos lunas negras han pasado y mis libros han sido cerrados en los salones reales, mis demonios se impacientan, los océanos fluyen y la brujería de mi alma aguarda el gran acontecimiento, la luna se ha completado y las embarcaciones van dejando a ciertos piratas en el abismo y esta noche es mi deseo ser una sirena y lanzarles una red, mis deleites son liberados, mi cabellera enmarañada casi cubre mi ombligo, ¡mis vértebras gritan! el deseo de salivas me mueve, como pez en la profundidad, mis códigos marítimos empiezan mi llamado. Los océanos me acarician de manera indiferente por el hecho de serles infiel ¡me juzgan!, ¡soy la princesa de la oscuridad y esta noche hago lo que me plazca!.
Un suicida viene a mi encuentro ¡cuidado!... tanto danzar en mis contornos causa el efecto muerte...
El Sr Nosferatu deambula por cuatro esquinas, yo le espio por su buena reputación en alcobas nupciales (superando a Luzbell devordador de manzanas).
Mi capa oscura hace un retoceso, mientras mis ansias le siguen al deseo y carcomen de mi ombligo de tantas ganas (y es apetecible para mis dientes un buen bocado nocturno)...
Mis siete cuervos cuidan de mi féretro y saben que los deseos de esta princesa son como una sombra (cuando la luna se ilumina en mi frente, empieza mi voraz apetito), los encantos más febriles y extasiados son atrapados por mis ojos, sólo comparables con la sortija de mi mano derecha, que guardo en mi ataudes de mi caja fuerte...
¡Nosferatu mis deleites te esperan!
baja con tu capa oscura y eternicemos nuestros lamentos en un par de besos funerarios...
La cruz de mi féretro mandé cubrir, las lunas en el réquiem dictan el conjuro en la noche siniestra, todo indica en mis constelaciones la proximidad de tu embarcación, las tempestades son magníficas y mi diario de muerte así lo indica, mis deseos son febriles marejadas, y los océanos tu brusca humedad ,¡mis huesos gritan!, las monedas de plata ven nuestra suerte ¡es el barco y tu oscura entrada que anuncian tu visita!, la llave en mi frente ríe de manera exagerada y las aguas comienzan a danzar en olas complacientes...
¡Es el barco de la proa emisaria! los peces abren paso, la luna me envidia, mi relicario estalla de tanto deleite.
Si vieras como cuido de nuestras flores marchitas te pondrías de rodillas y el espíritu de mis senos aguardaría un mejor espectáculo, sólo para ver a mis costosos terciopelos sus desquites...
¡Ten cuidado! que esta ángel de las sombras no es un cadáver en quien confiar
¡te lo advertí!...
Poseo negros encajes de atrevidas transparencias (para mis danzas vampíricas), los demonios apetitosos acuden a mi baile de los siete cuervos...
En las fiestas de Juno reactor se hablaba de las noches de los poetas muertos, avanzaba en mi carruaje y mis siniestras aves me señalaban el camino, yo pendía de un hilo y la luna me enjuiciaba, los literatos me conquistaban con sugerentes letras y un ángel de oscuro semblante daba su veredicto...
Jamás podría olvidar la intensa emoción con que miré aquella figura. Era la de una mujer, la más exquisita que había contemplado jamás. Tenía vuelto el rostro hacia el escenario, pero en tal forma que durante unos minutos casi no pude ver nada de él, pero toda su figura era "divina" que me parece ridículamente débil cuando ahora lo escribo.
La magia de unas bellas formas en las mujeres, la brujería de la gracia femenina, ha sido siempre para mí una fuerza a la que jamás pude resistir, pero en aquella mujer se encarnaba la gracia más pura, "para el bello ideal" de mis más delirantes y entusiásticas fantasías.
Aquella figura, que en su mayor parte podía yo ver gracias a la construcciones del palco, era de estatura algo superior a la ordinaria, y ya casi llegaba, sin lograrlo del todo, a lo majestuoso. Su perfecta lozanía y su gracia corporal eran deliciosas. La cabeza, de la cual sólo era visible la parte posterior, rivalizaba en contorno con la de la griega Psiquis y estaba casi al descubierto aun cuando se tocaba el sombrero de gaza aerienne, que apoyaba en la balaustrada del palco y hacía estremecer todos los nervios de una de esas mangas sueltas y abiertas hoy tan en boga. Apenas le llegaba al apetitoso encaje, que le caía graciosamente sobre la mano, dejando sólo al descubierto los delicados dedos, en uno de los cuales brillaba una sortija de diamantes que me pareció tener un extraordinario valor, la admirable redondez de su muñeca quedaba realzada por un brazalete que la ceñía, también adornado y cerrado por magnífico broche de piedras preciosas..., cosas todas que me hablaban a la vez de la riqueza y el buen gusto de quien las llevaba.
Estuve contemplando aquella regia aparición media hora por lo menos, como si de pronto me hubiese convertido en una estatua de piedra; y durante aquel espacio de tiempo sentí toda la fuerza y la verdad de lo que se ha dicho contado respecto al "flechazo" en el terreno del amor.
Fragmento del cuento Los Anteojos, Edgar Allan Poe